martes, 6 de noviembre de 2012

LACTANCIA




Los primeros días  tras la llegada del bebé son  un auténtico caos.  Por eso, conviene tenerlo todo más o menos atado antes de que esto ocurra.  Yo tuve la suerte de estar en casa de mi madre durante mes y medio, y puedo asegurar, que si tienes alguien que te eche una mano durante este tiempo, realmente se agradece. No obstante, además de mi madre, hubo muchas otras cosas que me ayudaron a sobrellevar los primeros días.


Pezoneras

Si el bebé no está en posición correcta durante el amamantamiento, es muy probable que salgan grietas en el pezón de la madre, o que la lactancia sea dolorosa. Yo, durante el primer mes, tuve molestias cada vez que el niño se enganchaba, así que me ayudó mucho ponerme unas pezoneras.  Hay personas que no las recomiendan, porque les parece un obstáculo para el vínculo madre-hijo.  Para mí, sinceramente, fueron una salvación. Gracias a ellas pude seguir amamantando con algo menos de dolor (tampoco hacen milagros) hasta que se me curaron las grietas y, al mes, ya pude dejar de usarlas.  Es un engorro más puesto que hay que esterilizarlas una vez al día y lavarlas muy bien, lo que te quita más tiempo aún del que no tienes, pero a mí me funcionaron. Yo usé unas que tienen forma de media luna para que el bebé pueda apoyar su naricita sobre la piel de la madre, y no sobre la silicona, como ocurre con el resto de pezoneras. 

Por supuesto, si la madre no tiene ningún problema, lo idóneo es no usar nada.



Cremas

También me fueron bien dos cremas. La primera es  Purelán de Medela. Esta crema ayuda a prevenir y a tratar las grietas. Hidrata y protege el pezón. Es un poco pastosa, como si fuera cera de abeja, pero es muy cómoda , ya que al tratarse de lanolina pura, no supone ningún riesgo para el bebé y no hace falta limpiársela antes de la toma. De hecho, es mejor aplicarla justo antes para que proteja mejor el pezón.  La otra crema sirve para tratar las grietas que ya han aparecido, y se llama Grietalgen. Me la recomendó la matrona, y efectivamente, mano de santo. Ésta, sin embargo, sí hay que retirarla cada vez que el bebé vaya a tomar el pecho.  Otra solución también es hidratar el pezón con una gotita de tu propia leche. Cuando el bebé termina la toma, aprietas hasta que salga una gotita y la extiendes por todo el pezón.
   


Sacaleches

            Me informé mucho sobre este tema antes de dar a luz. De hecho, pregunté a madres conocidas si sería necesario o no, y como todo, a unas les parecía una tontería y a otras una necesidad vital… Yo, me sumo al carro de las segundas. El sacaleches ha sido para mí una auténtica ayuda. Me ayudó a descubrir que tenía leche,  a generar más (cuanto más sacas, más produces), a y a poder compartir la lactancia con mi marido (Por las noches yo le daba el pecho y mi marido le daba alguna toma con el biberón para que yo pudiera descansar durante al menos 4 horas seguidas).  Compré el sacaleches Swing de Medela, que además viene con dos biberones especialmente diseñados para que el bebé succione de la misma manera que en el pecho materno.

En mi caso, ha sido uno de los gastos más amortizados. También, gracias al sacaleches, pude delegar algún biberón de leche materna a mi marido o a mi madre, y aprovechar para hacer alguna gestión.  Otra ventaja, es que puedes sacarte leche y congelarla. Puedes usarla como complemento al pecho, en caso de que el bebé exija más leche de la que tienes, o para usarla cuando decidas destetarle. Recuerda que la leche materna dura como máximo 6 meses en el congelador. 


Discos absorbentes

Respecto a los discos absorbentes, me arrepiento de haber usado los de celulosa. Existen discos lavables de tejidos transpirables. Si los usas, tanto tu bolsillo como el medioambiente lo agradecerán. La única pega que tienen es que hay que lavarlos diariamente, pero te aseguro que la mayoría de la ropita del bebé, sobre todo al principio, tendrás que lavarla a mano, por lo que no te supondrá ningún trabajo extra.

CONSEJOS

-Da el pecho siempre a demanda. Es mucho más cómodo para la madre ponerse un horario y darle de comer cada tres horas. Pero cada bebé se regula de una manera y establecer un horario puede suponer el fin de la lactancia. Ten en cuenta que ellos regulan la cantidad de leche de la madre según su necesidad. Cuanto más amamantan, más leche generas. Si le estableces un horario es muy probable que el bebé se quede con hambre o que no generes la cantidad de leche necesaria para tu hijo.

-Ponte cómoda. Esto es fundamental. A veces, con tal de calmar al bebé hambriento, te sientas de cualquier manera, sin prestar atención a tu postura. Prepara un lugar cómodo y tranquilo para ti y para el bebé. Tener un vaso de agua cerca se agradece. ¡Menuda sed da amamantar!

-No tengas prisa. Tu bebé es lo primero. Si tienes que posponer una cita, hazlo. Deja que el bebé disfrute de su comida, igual que a ti te gusta disfrutar de la tuya.

-La mayoría de las veces el llanto es por hambre. Aunque haya pasado muy poco tiempo desde la toma anterior, si el bebé llora ofrécele el pecho siempre.  Si no muestra interés, prueba a cambiarle el pañal, a dormirle o a sacarle algún gas.

-Paciencia con los gases. Algunos bebés tardan una eternidad en expulsar los gases. El mío era uno de ellos. Aprovechábamos para cambiarle el pañal entre un pecho y otro. Así pasaba un ratito y no le cortábamos el sueño si se quedaba frito después del segundo pecho. El pediatra nos recomendó una cucharadita de enterosilicona* entre pecho y  pecho. Le ayudó a expulsar los gases.  

*Consulta siempre con tu pediatra antes de dar nada a tu bebé.








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